El comisario Montalbano acude a un funeral conducido por Gallo «que sufría el complejo de Indianópolis». Al esquivar una gallina suicida, el vehículo se sale de la carretera y golpea un Renault Twingo aparcado en el arcén, enfrente de un chalet de dos plantas. Dejan una nota en el parabrisas y continúan su camino. Horas después, a la vuelta del funeral, el coche y la nota siguen ahí. Algo no le cuadra a Montalbano y entra de madrugada en el chalet. Su instinto no le falla: Se encuentra con una mujer desnuda, boca abajo, sobre la cama… Muerta. Montalbano irá reconstruyendo los últimos movimientos de la víctima, Michela Licalzi, junto con los habituales Catarella (a quien apuntará Augello a un curso de informática) Fazio, Gallo y un nuevo personaje que amenaza con desbancar a Livia, Anna Tropeano, amiga de la muerta.
En cierta manera, La voz del violín es una prolongación de El ladrón de meriendas. Continúa la trama del niño François, los planes de boda de Montalbano y Livia y reaparecen los personajes de la señora Clementina, quien le ayudará a lanzar la investigación con una llamada anónima y el colega Filiberto Guggino que le proporcionará una información transcendental para el caso. Montalbano en estado puro.