Ciudad muerta fue publicada en 1973. La ciudad muerta es Jersey. Una ciudad sucia donde uno de sus personajes, el asesino a sueldo del «sindicato» Charley Flowers, se mueve de hotel en hotel de mala muerte con «cortinas mohosas y las moquetas ennegrecidas» y «huéspedes maldecían o dejaban caer botellas de vino, lloraban recordando amores solitarios o lanzaban puñetazos al aire». Charley Flowers cometió su primer asesinato a los diecisete años, ha llegado a estar muy bien considerado dentro de la organización, pero un encargo que salió mal provocó que perdiera su autoestima y otro posterior fracaso su reputación. Lo conocemos cuando lleva dos años y medio sin recibir un encargo de importancia, a sus treinta y dos años subsiste con «apretarles las tuercas a morosos y tareas similares».

Charley Flowers recibe un encargo de poca monta, aún así se pone su único traje marrón y acude al lugar convenido, donde le recogen en un coche. El chófer es Hymie Cole, lugarteniente de Zucco, y un joven, Harry Strega, quien va tener su primer trabajo después de que se licenciara del ejército, es un veterano de Vietnam. Las instrucciones que Hymie Cole ha recibido de Zucco son claras: «Si me entero de que vuelve a andar sin muletas antes del año que viene, acabarás de nuevo en la calle». Esto significaba para Cole «ganarse las lentejas trapicheando en las calles, jugando a policías y ladrones en golpes de tres al cuarto».

El trabajo saldrá bien y eso será el comienzo de los sueños de Charley Flowers y Harry Strega que se verán escalando en la organización y aspirando a disfrutar del dinero y posición que tienen sus jefes. Shane Stevens nos va conduciendo por los vericuetos de la organización criminal, las diferentes operaciones y delitos que comete la gente de Zucco con un enemigo que se empieza a perfilar como capaz de arrebatarle el trono.

Shane Stevens nos da constantemente instantáneas de La ciudad muerta, «en cada manzana había casas abandonadas cuyos ojos cegados con planchas de hojalata prestaban mudo testimonio al barrio» donde se desenvuelven Harry Strega y Charles Flowers en contraste con Joe Zucco quien «a los cincuenta y un años de edad, después de más de tres décadas chanchullando, era un empresario respetable, propietario de una empresa de pompas fúnebres entre otros negocios (…) vivía con su esposa inválida en una mansión en Metuchen que tenía columnas griegas blancas en la fachada principal y un camino de entrada circular al que se accedía a través de una puerta de hierro. Detrás de la casa había dos bungalós para invitados con una piscina entre medias y varios acres de bosque para sus perros». La ambición de Strega y Flowers es emular a Zucco, una vida diametralmente opuesta a la suya.

Zucco tampoco lo tiene todo, su mujer está inválida, paga por sexo y sabe que hay otros Zucco más poderosos, es consciente de que «su posición más allá del condado era marginal», así como su peso en el sindicato, donde se dirimen los conflictos siempre con la condición de que no estallen guerras. Esto ocasiona que haya siempre un equilibrio precario porque todos intentan ampliar su territorio y al mismo tiempo hacerse fuerte en él. Así Zucco aumenta su poderío recurriendo a la usura y la extorsión, como paso previo para apropiarse de los negocios. Y, si alguno se niega o no paga, empleará a sus asociados o lugartenientes en los distintas operaciones apoyados por gente como Strega y Flowers para hacerle el trabajo.

La armonía en el territorio de Zucco se rompe porque siempre hay alguien que no sigue las reglas, ya sea por avaricia, ambición y él ha de imponer el orden. Por ejemplo, Dominick Spina trabaja como perista, pero empieza a hacerlo por cuenta propia, lo provocará que uno de los hombres de Zucco sea arrestado. Paradójicamente se han de saltar las reglas para ganar más dinero y ascender más rápido como han hecho los que están en la cúspide, pero estos velan para que nadie se las salte. Y, al mismo tiempo, en una escena inicial, cuando oficialmente reclutan a Flowers, karateca, que en la calle «Esto no es un juego. ¿De acuerdo? No vas a tener una segunda oportunidad. ¿De acuerdo? No hay reglas. O te adelantas al rival o barren el suelo contigo. La fuerza bruta es lo único que cuenta en este negocio. Así que eres capaz de soportar una paliza. ¿Entiendes? Lo que necesito son chicos capaces de soportar una paliza. ¿Entiendes? Lo que necesito son chicos capaces de propinarlas sin hacer preguntas. Hoy acabas de aprender algo, ¿verdad? Un luchador callejero se va a imponer a cualquier tipo de dan todas y cada una de las veces. Si trabajas para mí, tienes que olvidarte de esas polladas de chinorris»

Strega y Flowers saben que deberán ir ascendiendo en el escalafón hasta llegar un día donde está el jefe, pero necesitarán demostrarle que son capaces y que les llegue la oportunidad. Y les llegará, aunque en esta historia de gánsteres la escalera hasta el éxito tiene los peldaños rotos. Ninguno será como el Césare Bandello de W.R. Burnett. 

Por otra parte, he mencionado las descripciones de la Ciudad muerta, pero no puedo terminar la reseña sin una muestra de esos diálogos, muchos con un toque ácido o de humor negro que dan vida a los personajes.

-Hace bueno hoy.

-Sí.

-Me llamo Harry Strega.

-¿Sí?

Harry señaló las sillas metálicas.

-¿Esperáis compañía?

-Sí.

-No eres muy hablador, ¿verdad?

-No.

Como curiosidad, en el posfacio de La mitad oscura  Stephen King explica que el nombre de uno de los personajes, Alexis Machine, es un homenaje a Shane Stevens y su Ciudad muerta. Alexis Machine es uno de los rivales de Zucco y con el que deberá atajar un conflicto lidiando con el hombre que lo ha provocado, Scottini. Stephen King escribe lo siguiente «La elección de este personaje es un homenaje al Sr. Stevens, cuyas novelas figuran entre las más perspicaces que se han escrito sobre el lado oscuro del sueño americano. En estas obras, la llamada mente criminal y el cursi estado de psicosis se combinan para crear el mal perfecto. Recomiendo su lectura incondicionalmente». 

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