El ángel caído es una novela negra que estaría encuadrada en la categoría de novela policíaca metafísica, «supone la superación del whodunit para centrarse en enigmas más existenciales como la verdad, la justicia o la identidad, a partir de una subversión de los esquemas clásicos de la novela policíaca» (A quemarropa, vol.2, Álex Martín Escribá, Jordi Canal i Artigas editorial Alrevés)
Estamos en Nueva York, a finales de los años cincuenta y el detective privado, Harry Ángel, recibe la llamada de un abogado.
«Se presentó como un abogado. Eso significaba que sus honorarios eran altos. Un hombre que se define como letrado siempre cuesta un montón menos. Winesap sonaba tan bien que le dejé que hablara la mayor parte del tiempo.
—La razón por la que le llamo, señor Ángel, era para asegurarme de que sus servicios estuvieran disponibles actualmente para contratarlos.
—¿Esto sería para su bufete?
—No, le contacto en nombre de uno de nuestros clientes. ¿Está disponible para trabajar?
—Depende del trabajo. Tendrá que darme algunos detalles.
—Mi cliente preferiría discutirlos con usted en persona. Él ha sugerido que almorzara con él hoy. ¿A la una en punto en Top of the Six´s?
—Quizás pudiera darme el nombre de este cliente ¿o simplemente busco un tipo con un clavel rojo?
—¿Tiene un lapicero a mano? Se lo deletrearé.
Escribí el nombre Louis Cyphre en mi bloc de notas y le pregunté cómo pronunciarlo»
Harry Angel acudirá a esa cita con Louis Cypher, sin percatarse de que sea el demonio (el lector sí, pues el autor nos ha proporcionado un listado de nombres con los que conocemos al diablo o Lucifer). Louis Cypher le encargará que encuentre a Johnny Favorite, un cantante con el que había firmado un contrato y ayudado a que se convirtiera de la noche a la mañana en un fenómeno de masas en los años 40. Esa carrera de éxito se truncó cuando llamaron a filas a Favorite para luchar en la Segunda Guerra Mundial. Le asignaron en el frente de Túnez donde en 1943 fue herido y enviado de vuelta a Estados Unidos. El estado de Johnny Favorite era el de un zombi. Transcurridos unos años, unos amigos del cantante lo trasladaron a un hospital privado, donde «una o dos veces al año, mis abogados se ponen en contacto con el hospital para obtener una declaración jurada ante notario en la que conste que, efectivamente, sigue entre los vivos», pero todo cambió cuando Louis Cyphre se acercó al hospital para visitarlo y no se lo permitieron. El trabajo de Harry Angel será asegurarse de que Johnny Favorite, quien había abandonado su nombre artístico para volver a ser Jonnathan Liebling, continúa ingresado allí o no. Los honorarios del detective son «cincuenta dólares por día, más gastos». Angel no tardará en averiguar que Johnny Favorite o Jonathan Liebling fue trasladado el cinco de diciembre de 1945 y se le perdió la pista.
Louis Cyphre le firmará a Angel un cheque por quinientos dólares «no me importa el tiempo que le lleve o cuanto cueste, quiero que encuentre ese hombre».
Han transcurrido catorce años, por lo que Angel no tiene muchas esperanzas en dar con Favorite, pero le pagan bien. Por un lado, se enfrenta con la dificultad de que el rostro del cantante estaba desfigurado por las heridas de guerra por lo que no puede contar con una descripción física actual. Por otro lado, ha de documentarse sobre la vida de Favoreite ya que cuando tuvo su momento de éxito, muchas veces comparado al de Sinatra, él era un policía novato no muy al día de la música.
A través del doctor que le atendió en el hospital cuando regresó del frente, de los compañeros de la banda, amantes… Harry Angel irá construyendo un retrato psicológico del cantante, cada vez más perverso en el que se mezcla magia negra, ocultismo, gente de poder y una mujer joven, hija de Favorite, de la que se enamora. ¿Una mujer fatal? El lector descubrirá qué papel juega en toda esa red que Johnny Favorite parece haber tejido a su alrededor para borrar su pasado. Otra complicación más para nuestro detective: todo aquel que le proporciona información sobre el cantante son asesinados a cada cual de una forma más salvaje. Esto hará que la policía empiece a sospechar si no será Angel el asesino.
La tensión en la novela irá aumentando de capítulo en capítulo. El lector irá atando los cabos al mismo tiempo que el protagonista y juntos compartirán el desenlace inesperado y desasosegante.
Durante todo ese camino de investigación, Angel realiza un viaje al pasado, muchas veces en contraste con el presente, como ese compañero de banda de Favorite que se gana la vida tocando en un tugurio, o esa mujer prometida que no rehízo su vida, es una búsqueda de la verdad y de la identidad y de la injusticia.
Habrá personajes mentirosos, olvidadizos y recepcionistas que nos recuerden al hardboiled más clásico:
«La recepcionista pellizcó la tarjeta entre unas uñas verdes y brillantes como alas de escarabajo. Tenía los pechos grandes y las caderas delgadas, y los resaltaba con un jersey rosa de angora y una falda negra ajustada. Esperen un momento, por favor», dijo sonriendo y masticando al mismo tiempo»
La novela no está exenta de humor negro. Por ejemplo, comienza con un viernes trece (como si fuera nuestro martes y trece) o cuando Harry Angel va adoptando diferentes papeles para entrevistarse con los posibles conocidos de Johnny Favorite gracias a un amigo que le ha impreso tarjetas de visita con diferentes profesiones «De todo desde cazador de ambulancias a zoólogo», habrá referencias al 666…
Como curiosidad, esta novela se publicó inicialmente en una versión más reducida y por entregas en la revista Playboy, donde recibió el Premio editorial Playboy (Graham Greene quedó segundo) y El ángel caído también recibió la nominación al Edgar de Mistery Writers of America.
Según contó el propio William Hjorstsberg, el germen de esta novela está en un relato de unas cuatro páginas con el que participó en un concurso del instituto. Quedó tercero. El relato comenzaba con «Érase una vez, el demonio contrató un detective privado». Veinte años más tarde retomó la idea con la decisión de que la voz del narrador fuera «un homenaje a Dashiell Hammett, Raymond Chandler y Ross Macdonald»
Una última curiosidad, la acción se sitúa en Nueva York, su ciudad natal, y en 1959 «porque era el último año en que podía confiar en que mi memoria recordara con exactitud la geografía local».
Para concluir, en 1987, Alan Parker adaptó la novela El ángel caído para la gran pantalla con el título El corazón del ángel (hay más de una editorial en español que reimprimió la obra con este título) o en Hispanoamérica Corazón diabólico. El protagonista era Mickey Rourke, con un secundario de lujo, Robert De Niro y dos actrices, Charlotte Rampling y Lisa Bonet. Ésta última, famosa por participar en una comedia familiar, el show de Bill Cosby. Lisba Bonet hubo de afrontar las críticas por las escenas de sexo con el protagonista. Nada que ver con el guion que firmó Hjorstberg para Ridley Scott y un jovencísimo Tom Cruise, Legend.