Suicidio perfecto es la tercera entrega de la serie del responsable de homicidios Kostas Jaritos. La historia arranca con las consecuencias del final de la anterior novela, Defensa cerrada, donde el policía recibió un balazo. La vida de Jaritos «ha cambiado radicalmente. Primero me tuvieron ocho horas en el quirófano, después pasé seis semanas en el hospital y ahora me quedan todavía dos meses de baja laboral. Mis relaciones con el departamento de Homicidios se han interrumpido hasta nueva orden».

Durante su baja, su mujer Adrianí se vuelca con él, consiguiendo que tanto amor y preocupación hagan añorar al comisario su estancia en «la unidad de cuidados intensivos, cuando el horario de visitas se limitaba a una hora por la mañana y otra por la tarde, y al menos me dejaban en paz el resto del tiempo». Por si las visitas de Adrianí no fueran suficiente, recibirá las de su hija, Katerina, de Eleni, su cuñada «de esas personas que pretenden animarte contándote desgracias ajenas» y las visitas profesionales de la pareja de su hija, Fanis, cardiólogo. El comisario languidece en una rutina de casa al parque y vuelta a casa, hasta que su yerno le confía que Katerina está pensando dejar en suspenso su doctorado para venir a cuidarle. Le aconsejará a Jaritos que cambie su actitud o, de lo contrario, «no podrás volver al servicio. Necesitarás prolongar la baja».

Poco después, Jaritos junto a su mujer están viendo en televisión la entrevista a Iásonas Favieros, «dueño de una gran constructora que opera en todos los países balcánicos y se encarga de una parte importante de las obras para los Juegos Olímpicos». El empresario hace gala de sus conexiones políticas con ministros, con alguno de ellos estaba en la oposición a la Junta Militar. De repente, Favieros saca una pistola «se apunta a sí mismo con el arma, se mete el cañón en la boca y aprieta el gatillo». El suicidio televisado produce un gran revuelo, los periódicos lo llevan en portada.

Jaritos pondrá en práctica la recomendación de la pareja de su hija. Rompe con la rutina y llama al periodista Sotirópulos, personaje que ya hemos conocido en las entregas anteriores (Noticias de la noche, Defensa cerrada) para que le ponga sobre la pista.

La Organización Nacional Helénica Filipo de Macedonia emite un comunicado en el que afirma que «Favieros no se suicidó; lo suicidamos». Esa misma organización asesinará a dos kurdos. El sustituto de Jaritos, Yanutsos («incapaz de hilvanar dos frases seguidas») tratará el caso de los dos kurdos como terrorismo. Sin embargo, Guikas, su jefe, no lo ve tan claro por lo que ofrecerá a Jaritos que investigue extraoficialmente «para matar el tiempo» y le advertirá de que pretenden que Yanutsos sustituya definitivamente a Jaritos. Éste aceptará el encargo con el propósito de reclamar la incorporación a su puesto, aunque sepa que no entenderán en casa su decisión, cuando podía seguir dos meses más tranquilo: «El griego que no piensa que el Estado le roba y no se cree en el deber de desquitarse, o está loco o no es griego».

Guikas le dejará como apoyo a su secretaria, Kula. El centro de operaciones estará en una sala de la casa de Jaritos. Adrianí interactuará con Kula dándose más de una situación comprometida, divertida y entrañable. Por cierto, descubriremos una nueva cara de Kula, alejada de la secretaria que redactaba informes, pasaba llamadas y filtraba visitas.

Se producirán más suicidios de personalidades públicas y todas parecerán tener un nexo común en el pasado de su resistencia a la dictadura de los coroneles. En ese recorrido por Atenas, a bordo del maltrecho Mirafiori, conducido por Kula, seremos testigos de una Atenas en obras por las próximas olimpiadas, sufriremos los continuos atascos, embotellamientos… La pareja de policías irán desentrañando el pasado de cada una de las personas que se suicidan, los entramados de empresas, la contratación de ilegales, las penosas condiciones laborales de los obreros extranjeros, las conexiones y corrupciones políticas, negocios extracomunitarios de dudosa legalidad, traiciones…

Concluyo con las palabras de Karanikas, el encargado de una de las obras del empresario Favieros para las olimpiadas:

«La vida es como la natación. Unos nadan en la pasta, otros nadan en aguas profundas y otros nadan en la mierda. Favieros era de los primeros»

En Suicidio perfecto tendremos personajes y tramas que nos describirán los tres tipos de nadadores. Además, Márkaris nos mostrará cómo para ser de la primera categoría de nadadores algunos han debido pasar por las categorías restantes. ¿Qué más se le puede pedir a una novela negra y policíaca?

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