La soledad del manager es la segunda novela, después de Tatuaje, con Carvalho como detective privado. La soledad del manager comienza con un Carvalho que coincide en un vuelo con destino San Francisco con Antonio Jaumá, quien le contó «su vida, breve, eficazmente. Estudios de Derecho. Un viaje juvenil a Estados Unidos en el que tuvo que dedicarse a hacer carreteras y despachar perros calientes en cafeterías del Bronx. Se casa con una ex compañera de estudios». Posteriormente, «a través de un pariente de su esposa, militar agregado a la Embajada en Washington, Jaumá consiguió un puesto en la Petnay».

Tiempo después, Antonio Jaumá aparece asesinado: «Le pegaron un tiro por la espalda a la altura del corazón. Un tiro perfecto. Luego tiraron el cadáver entre la maleza, cerca de Vich, y allí estuvo según el forense pocas horas, las de una madrugada». La policía da carpetazo al asunto con «un ajuste de cuentas de algún chulo de putas. Ya sabe que Antonio era un poco mujeriego, en el sentido más antiguo y poco glorioso del término (…) En una de sus correrías nocturnas, o bien le hicieron chantaje y opuso resistencia, o se topó con un chulo malasombra. El cadáver apestaba a perfume íntimo de señora, del más íntimo: Eau bistrale par l´hygienie intime. Además el cuerpo apareció vestido casi totalmente pero le faltaba una pieza fundamental: los calzoncillos. Tal vez para compensar llevaba unas bragas en el bolsillo del pantalón».

La esposa de Antonio Jaumá no cree la versión de la policía, rechaza la tentadora oferta de Petnay para no remover el asunto y contrata los servicios de Carvalho a través de su abogado. Carvalho es el elegido y no otro porque Antonio Jaumá había dejado anotado en su agenda que, si moría, se pusieran urgentemente en contacto con él.

En La soledad del manager, Carvalho contará con la ayuda de Biscuter, Bromuro y Charo. Carvalho contactará con el círculo cercano de Antonio Jaumá, en lo personal y en lo profesional. En este último, comprobará cómo lo político y lo empresarial se retroalimenta y el fin justifica los medios, aunque estos aparentemente vayan en contra de unos u otros. Siempre hay un interés superior, un grupo de intocables que no duda en recurrir al soborno, al asesinato y delitos varios con tal de mantener el status quo o asegurarse que nada se desvíe de sus planes preconcebidos. Irónicamente gente de dentro de la propia empresa será la que denuncie o intente denunciar esta situación. Ni que decir tiene que Carvalho irá hasta el final, «hasta el asesino y cobraré la minuta de la viuda. Estoy ahorrando para la vejez» y aún a riesgo de su vida, en sus palabras: «tengo una biografía impresentable. Ex rojo. Ex agente internacional. Amante de una puta selectiva más que selecta». 

La soledad del manager está escrita dos años después del fin de la dictadura franquista, por lo que Manuel Vázquez Montalbán a la intriga detectivesca sumará su visión de la política, sin el temor a la censura como experimentó en Tatuaje y que solventó localizando parte de la acción en Holanda para escapar de ella (Conversaciones sobre la escritura). Así, en esta entrega por ejemplo nos enteraremos por primera vez que Carvalho estuvo en la cárcel y, en diferentes conversaciones con el detective, se verá una visión cínica y desesperanzada del periodo político que comenzaba de la Transición.

«Todos mis amigos o abandonaron a tiempo la lógica política o se quedaron anclados, como Núñez, fiel para toda la vida a un partido que en otro tiempo revolucionario y hoy francamente reformista, fiel porque está casado con el partido o no quiere renunciar a los votos sentimentales que hizo casi treinta años atrás».

Por último, el título de la novela proviene de la confesión que realiza Jaumá a Carvalho de su puesto de trabajo: «Los americanos saben hacer rendir a la gente y un segundo antes del agotamiento estimularles para que se reconforten y sigan produciendo. Es el principio psicológico fundamental del taylorismo y del fordismo. Yo me lo autorreceto. De lo contrario no podría superar el naufragio de cada día en la soledad. La soledad del manager». Una novela con un regusto amargo, en el que hay un importante trasfondo político y de crítica al capitalismo, también de integridad moral y de denuncia de la corrupción en todos los aspectos.

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