High Priest of California es la primera novela de Charles Willeford. La escribió en San Francisco, en concreto en la habitación del hotel Powel, donde se alojaba los fines de semana para salir de la base militar aérea de Hamilton en California. Charles Willeford había ingresado en el ejército a los diecisiete años. Mintió sobre su edad para dejar atrás un breve paso por la Guardia Nacional de California y años de vagabundeo en los Estados Unidos sumidos en la crisis posterior al crac del 29. En su obra autobiográfica Yo estaba buscando una calle (I Was Looking for a Street) dio cuenta de esa vida de tren en tren, comiendo cuando se podía y lo que hubiere.

James Sallis en Hitching Rides recordaba que Willeford había dicho en una ocasión que «Tenía la corazonada de que la locura era el tema predominante y la condición normal de los americanos en la segunda mitad del siglo». Sallis bromeaba con que leer el grueso de la obra de Willeford (Pick-up, Miami Blues…) «podía ser como asistir a una reunión familiar de Lou Fords, entrando en una habitación llena de Ripleys».

En High Priest of California, Willeford tiene la maestría de presentarnos un psicópata, Russel Haxby, sin necesidad de que vaya degollando gente o maltratando animales. Serán sus pensamientos, sus juicios y sus acciones lo que lo definan. Está narrado en primera persona, de forma fría y distante: «Estaba en uno de esos salones de baile donde los hombres vienen a pillar algo y las mujeres vienen a que las pillen. Yo estaba allí porque estaba aburrido». En ese lugar una mujer con un vestido de sastre de color rojo llamará la atención de Russel. La saca a bailar, pero «era una terrible bailarina, y tan tiesa y difícil de mover como un san Bernardo reacio». Se llama Alyce Vitale. El protagonista la invita a cenar y luego se toman una copa. «Ella evidentemente no sabía pedir otra cosa (Scotch con soda), su duda la delataba. Cualquiera que conozca algo más nunca pedirá Scotch de todas formas. Sabe como humo de madera y malas hierbas. Comencé a bombardear a Alyce» Salen del local y un hombre llama la atención del protagonista porque ha aparcado en un lugar indebido. Él abre la puerta del coche caballerosamente a Alyce y le dice que entre. Luego alcanza al hombre que le había reprendido y entre dos coches «nadie podía vernos (…) le di una patada en la entrepierna, y cuando él se estaba inclinando, junté mis manos y le golpeé en la nuca. Él gritó y mordió la gravilla. Me subí al Ford y descendí la colina. Alyce no había visto nada.

-¿Le diste una propina?

– Sí.»

Alyce está encantada con el protagonista, pero no le permite subir a su apartamento. Oculta algo. Russel sigue con su vida exitosa de vendedor de coches usados, sirviéndose de su experiencia y su afilado conocimiento de la psicología para convencer a sus clientes. Sin embargo, no se quita de la cabeza a Alyce y vuelve a quedar con ella. La espía, analiza sus actos y sus palabras hasta que una noche descubre su secreto. Entonces, su fijación con Alyce aumentará, se hará amigo de su familia, les engañará y manipulará con tal de lograr el objetivo que él se ha marcado.

En High Priest of California, Willeford crea un personaje que es de carne y hueso. Como lector, uno tiene la impresión de haberse cruzado con más de un Russel Haxby en su vida. Ese simpático, educado embaucador que vendería a su madre con una sonrisa, que lee por las noches libros clásicos de literatura o, como el personaje, es capaz de incitar al suicidio a una persona para luego hacerse la víctima. Un personaje negro, inolvidable que haría muy buenas migas con Ripley, aunque Russel Haxby habría de esperar dos años a que Highsmith publicara  El talento de Mr. Ripley.

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