Antes de dedicarse a la escritura, Marc Behm combatió en la 35ª División de Infantería del ejercito estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial y trabajó como actor en el teatro y la televisión. Fue guionista de películas como Charade (1963), El retorno del doctor Mabuse (1966) o Los tres mosqueteros (1974). La mirada del observador fue su segunda novela de Marc Behm y la primera que rompe con el esquema de la novela de detectives.
En La mirada del observador Marc Behm comienza presentando al protagonista, el Ojo (nunca sabremos su nombre) con lo que contiene el cajón de su escritorio y por dónde está sentado, al lado de la ventana, en la agencia de detectives, Watchmen, Inc. donde trabaja. Desde su puesto observa todo lo que ocurre en el aparcamiento de abajo. En el cajón hay crucigramas y la fotografía que le envió su mujer años atrás:
«Era una fotografía de un grupo de quince niñas sentadas en clase (…) «¡Aquí está tu puta hija, gilipollas! Apuesto a que ni siquiera la reconoces, ¡anormal! P.S: ¡Que te jodan!»
Era verdad -No tenía ni idea de cual de esas niñas era Maggie»
Buscó a su hija durante meses, contrató a detectives para dar con ella, pero después de años abandonaron la búsqueda. Sin embargo, él no la olvida, mira todos los días esa fotografía, fantasea que es una u otra de las niñas y se imagina situaciones y encuentros con ella en fechas señaladas.
El Ojo recibe el encargo de averiguar quién es la mujer con la que se cita Paul, el hijo del dueño de la cadena de zapaterías Hugo shoe stores. El Ojo enseguida piensa «el universitario y la buscavidas. Papá y mamá desesperados». Pan comido, en menos de veinticuatro horas estará resuelto. Para el Ojo es su oportunidad de reintegrarse al trabajo activo, había sido relegado al trabajo administrativo por un caso anterior en el que hubo de matar a un hombre que amenazaba su vida.
Sigue a Paul, fotografía a la mujer, muy bella y de una edad similar a la de su hija, Maggie. Paul y la mujer, Lucy Brentano, se casan ese mismo día. Alquilan una cabaña donde van a pasar la noche de bodas. El Ojo observa todo lo que acontece en el interior.
«Ella se apoyó en la pared y fumó su cigarrillo. El Ojo la contempló. Ella le iba a matar. Sus caderas se movieron en una contorsión tan graciosa que ahogó su garganta con ternura. La toalla se deslizó de su cuerpo y ella permaneció allí, desnuda excepto por la cadena y el colgante. Ella le iba a matar. Estaba completamente convencido de ello»
Estaba en lo cierto: La mujer lo envenena. Posteriormente se deshace del cuerpo y se escapa con el dinero que Paul había retirado ese mismo día. El Ojo decide no volver a la rutina del trabajo administrativo, miente a Baker, su jefe. Afirma que Paul ha volado a Montreal solo y le ordenan que siga al hijo. El Ojo seguirá a Lucy. La mujer cambia de aspecto: una nueva peluca, otros gestos, otras ropas y cambia de nombre, se hace llamar Josephine Brunswick y tiene una nueva víctima…
Es una novela en la que hay pocos diálogos. Todo lo vemos a través de el Ojo. El Ojo no es un tipo duro, ni cínico, ni alcohólico, ni buscador de verdades… Es un padre melancólico y preocupado por su hija imaginaria y real, le hace regalos y mata el tiempo haciendo crucigramas. No es infalible, sus impresiones o prejuicios le traicionan y ha de rectificar más de una vez. Poco a poco, va adoptando los gustos de la asesina: la marca Gitanes de cigarillos, el cognac, la música…
El nombre de «el Ojo» hace que se le relacione con el símbolo de la agencia de detectives Pinkerton («un ojo imperturbable encima del lema «Nunca dormimos») y, como el agente de la Continental, no tendrá nombre propio. También, al igual que el símbolo del ojo, está la figura de Dios. En palabras de Marc Behm «es la historia de Dios quien, disfrazado de detective privado, busca a su hija: una búsqueda de la gracia». No faltan referencias a la Biblia, como el salmo 33, «El Señor es mi pastor; nada me faltará. En verdes praderas me hace descansar (…) Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo…» El Ojo siempre estará con ella. Ella no lo verá, pero lo sentirá cerca. Paradójicamente, el Ojo cometerá crímenes y delitos, hará el mal para salvarla.
«Así que Annie Greene estaba a salvo.
Pero ya no era Annie Greene. Se había registrado en el Hotel Park Lane en Central Park South como Daphne Henry (peluca rubia). Vendió dos esmeraldas a un perista en Bedford Avenue en Brooklyn. Había tenido tratos anteriormente con él; él pensó que era una refugiada húngara de nombre Marta Ozd (peluca pelirroja). Puso su dinero en un caja de seguridad en un banco en Jerome Avenue en el Bronx donde era conocida como Erica Leigh (peluca platino). Pasó la mayor parte de su tiempo en un club privado de mujeres en la calle 59 Este. Su nombre allí era Debra Yates (sin peluca)».
Pasan meses, años y a medida que se acumulan las muertes y los indicios en contra de la mujer, su vida se irá complicando… ¿Hasta dónde llegará el Ojo para que ella se salve?
Fuentes
The Eye of the Beholder – Marc Behm Ed. Arcadia Books (2017)
Dictionnaire des littératures policières sous la direction de Claude Mesplède Ed Joseph K., 2003, nouvelle édition 2007
A Quemarropa 2 – Àlex Martín y Jordi Canal Ed. Alrevés (2021)