Dorothy Hughes se adelantó cinco años a Jim Thompson (El asesino dentro de mí) y ocho años a Patricia Highsmith (El talento de Mr Ripley) al protagonizar su novela un asesino. Dix Steele, el protagonista, se nos presenta de noche, sin saber por qué se encuentra en lo alto de un promontorio y añorando su antigua profesión de piloto en la Segunda Guerra Mundial. Después de meses, decide contactar con su ex compañero de armas y amigo Brub. Brub es inspector de policía y está casado con Sylvia. La pareja es la viva imagen de la felicidad y la complicidad.
Dix vive en el apartamento que le ha dejado Mel Terriss, un antiguo compañero del instituto, el cual ha decidido irse a trabajar a Brasil. Además del apartamento, le ha dejado su ropa y el coche.
En la ciudad, Los Ángeles, hay un estrangulador que ataca una vez al mes a mujeres solitarias en las paradas del autobús o lugares apartados. Brub es uno de los inspectores que está trabajando en el caso y Dix, con la exccusa de haberse dado un año para escribir una novela de detectives, sigue de cerca el caso del estrangulador. ¿Con qué pistas cuentan? ¿Hay testigos? Desde el dieciséis de marzo «la noche anterior a la fiesta de san Patricio» que apareció el cuerpo de la primera víctima en un callejón, todos los meses, salvo en agosto como apunta Sylvia, se ha sumado una víctima más al macabro conteo.
Dorothy Hughes nunca nos mostrará el momento en el que se produce el asesinato. Nos iremos enterando por el periódico que lee todas las mañanas Dix o por los comentarios que realizarán Brub y Sylvia.
«La vio en Candem Drive. Una chica, una desconocida, quieta y sola, esperando ahí, junto al banco, lo que indicaba que acabaría pasando un autobús de circunvalación. Por la noche no circulaban muchos autobuses. Dix presionó la señal de parada, pero ya era tarde para hacerlo en Candem. Bajó en la siguiente parada, que estaba a dos manzanas. No le dio importancia. Cruzó el bulevar y sonreía mientras daba media vuelta. Largas zancadas, pasos silenciosos»
La rutina de Dix se ve alterada, no solo por la irrupción de su amigo y su mujer que quedan con él a cenar o a ir a la playa, sino porque en el piso de arriba, hay una mujer, Laurel, que le quita el aliento. «Él la observó, su boca aún abierta. Ella caminaba como una modelo, sacudiendo su pequeño culo. Tenía unas piernas exquisitas. Sabía que la estaba observando y no le importaba. Ella lo esperaba». Comenzarán una relación. Sin embargo, los dos se atraerán y se repelerán. No tendrán el equilibrio de Brub y Sylvia.
Narrado en tercera persona, conocemos los pensamientos, los sentimientos y los sufrimientos de Dix Steele. «Él la odiaba. Ella era una tramposa y una mentirosa y una puta, y él la odiaba mientras las lágrimas caían de sus ojos a sus mejillas y salaban su boca. Nadie se preocupaba, nadie nunca se preocupó». Es un ser atormentando, duerme mal por la noche… Dorothy Hughes nos hace sentir su cansancio, el ruido molesto de la podadora del jardinero o el ruido del aspirador o la afeitadora. Dix Steele depende económicamente de su tío que le envía un cheque todos los meses y que, lejos de conformarse con lo que tiene, aspira a llevar una vida de rico, de prestado, sin poner los medios para ello. El mundo que él ha creado comenzará a tambalearse porque la policía parece que comienza a sospechar de él, se incrementan las visitas de sus amigos Brub y Sylvia a su apartamento, recibe también la visita de dos hombres que le preguntan por Mel Merris, desconfían de que Mel Merris se hubiera ido a Brasil…
«En un lugar solitario» Dorothy Hughes altera las convenciones del género: la mujer del inspector, Sylvia, parece mucho más atenta y conocedora de los detalles del asesino que su marido. En lugar de una mujer hermosa y pasiva, tenemos una mujer, Laurel, que es, en muchos aspectos, la horma del zapato del protagonista. Finalmente, no hay una mujer fatal, sino un hombre fatal que emplea su atractivo y su simpatía para ganarse la confianza de sus víctimas… La autora no nos descubrirá el desenlace hasta la última página y no de la mano de quien marcaba la convención.
Importante, para aquellos que hayan visto la adaptación cinematográfica, dirigida por Nicholas Ray con Humphrey Bogart y Gloria Grahame, no se confundan, el enfoque que le dio el director a la novela es completamente distinto de cómo se desarrolla la trama. Por último, una curiosidad, el título de la novela proviene de una cita del dramaturgo irlandés J. M. Synge que aparece al principio de la novela: «Es en un lugar solitario donde tienes que hablar con alguien, y buscar a alguien, hacia el final del día»