El asesino dentro de mí está considerada por muchos lectores como la obra maestra de Jim Thompson y, como reconoció el mismo Thompson, su preferida. Fue capaz de escribirla en tan solo dos semanas, a un ritmo de diez páginas por día. En la biografía que le dedicó Robert Polito (Savaged Art: A Biography of Jim Thompson) se recoge el testimonio de la hermana de Thompson: «Después del desayuno Jimmie se sentaba allí en ese pequeño cuarto y escribía hasta que le llamaba para la cena». Dejó reposar el manuscrito tres meses y en otras dos semanas remató la novela.
El protagonista es Lou Ford, el ayudante del sheriff, en Central City, un pueblo pequeño que creció hasta los cuarenta y ocho mil habitantes gracias al boom del petróleo. Es una persona razonable, paciente y caballerosa que evita, siempre que puede, hacer mal a la gente.
«Hacemos un buen trabajo, o por lo menos como nosotros lo entendemos. Sin embargo, ahora y entonces las cosas se les fueron de las manos e hicimos limpieza». Fue durante esa «limpieza» que me encontré con ella hace tres meses». El ayudante del sheriff recibe el encargo de obligar a una prostituta, Joyce Lakeland, que vive en las afueras de Central City a abandonar la ciudad o su trabajo. Sin embargo, Lou Ford iniciará una relación con ella, «como un viento que avivó un fuego a punto de extinguirse». Ese fuego y un deseo de venganza del ayudante del sheriff por la muerte de su hermano será el que desencadene toda una serie de asesinatos. Paradójicamente, Lou Ford participará en las investigaciones de los crímenes que él mismo ha cometido.
Narrado en primera persona, conoceremos de primera mano los pensamientos y razonamientos del protagonista. Incluso en sus diálogos, hablará a los personajes y al lector para mostrarnos aquello que oculta o justificar las decisiones que toma.
«No -dije- Mi padre y yo sabíamos que Mike no lo había hecho. Quiero decir -dudé- conociendo a Mike, estábamos seguros que él no podía ser culpable. Porque yo lo era. Mike se inculpó por mí. Yo quería que Mike volviera. También mi padre. Él quería que me vigilara».
En la pluma de Jim Thompson todo va sucediendo sin suceder o, recordando la comparación de James Sallis en su Vidas difíciles, de repente uno se ve como el Coyote y se da cuenta de que no hay suelo bajo sus pies. Conversaciones banales, personajes secundarios se vuelven fundamentales para poder sacudirse las sospechas de los que dudan de su coartada o de su versión de los hechos. Cada asesinato irá estrechando el círculo en torno a él, pero siempre parece que hallará un resquicio por el que escabullirse. Igual que hará ante el acoso de su novia de toda la vida, Amy, para que pasen de una vez por el altar. Sin embargo, la suerte de Lou Ford se va agotando página tras página hasta un final deslumbrante en todos los sentidos.
«En algún lugar de la noche una voz parecía susurrarme «olvídalo, olvídalo, Lou, no es demasiado tarde si paras a ahora». Y lo intenté, Dios sabe que lo intenté»
Como curiosidad, Jim Thompson trabajó como guionista para Stanley Kubrick en «Atraco perfecto» o «Casta de malditos» («The Killing») y «Senderos de gloria» («Paths of Glory»). El director de cine, después de leer «El asesino dentro de mí», afirmaría que era «probablemente la historia en primera persona más escalofriante y creíble de una mente criminalmente deformada que jamás haya conocido». Una obra maestra.