En esta segunda novela continuamos conociendo al comisario Maigret. Aunque, el verdadero protagonista en esta historia serán las esclusas que permiten la navegación fluvial. Desde el tres de abril de 1929 que Simenon bautizó a su barco «Ostrogoth» hasta su venta a finales de octubre de 1931, el escritor estuvo recorriendo los canales de Bélgica, Holanda y Alemania. De hecho, esta novela terminó de escribirse en el verano de 1930, a bordo de «L´Ostrogoth» en Nandy (Seine-et-Marne) cerca de Morsang-sur-seine, una pequeña localidad francesa ribereña del Sena.

La historia se nos plantea como un misterio en el que se nos relatan los movimientos y horarios de las diferentes embarcaciones que cruzaron la esclusa 14, «entre el Marne y el canal lateral», hasta que la mano de uno de los dos arrieros que buscaba entre la paja su látigo «encuentra un cuerpo frío».

Maigret, como el lector profano en navegación fluvial, «aprendió que una caldera es un remolcador, que un panamá es un barco que no tiene ni motor, ni caballos a bordo y que alquila un carretero con sus bestias para un itinerario determinado, lo que constituye en navegación un día largo».

La primera dificultad a la que se enfrentará el comisario de la «Primera Brigada Móvil» será identificar a la víctima indocumentada. Habrá de ir preguntando a todo el mundo con el retrato en la mano. Esto nos dará un fresco del ambiente marinero con sus conversaciones, discusiones y rumores que servirán para caracterizar a los personajes. Además de proporcionar un cuadro realista de las condiciones de trabajo de todas esas personas para las que el río es su vida.

Maigret se entrevistará con todos aquellos que hubieran podido tener acceso al barco o haberse cruzado en su singladura ya que «el asunto se presentaba de una forma anormal. No había un solo testigo al que interrogar». Como todas las esclusas están comunicadas, Maigret en bicicleta (estamos en los años treinta del siglo pasado) se desplazará por los caminos paralelos que permiten el arrastre de las naves. Cada vez que sus pesquisas avancen y desde París le vayan comunicando los análisis y antecedentes solicitados, Maigret, fiel a su estilo, subirá a bordo de cada uno de los barcos donde se encuentra algún tripulante sospechoso para ver dónde vive, cómo trabaja y con quién se relaciona.

Habrá personajes pintorescos, como los ocupantes de uno de los barcos sospechosos: el «Southern Cross», a bordo del cual habrá un coronel inglés retirado, con un marinero ruso, Vladimir, la viuda de un diputado chileno, la señora Negretti y Willy. «Maigret, en efecto, comenzaba a ver un poco más claro, comprendía que él no tardaría en estar al corriente de los secretos de esta singular cohabitación». No faltará el contrapunto de marineros humildes o de los arrieros que viven con los mismos animales en la cuadra. 

El asesinato de la mujer no será el único crimen que deba resolver Maigret, pero nuestro comisario, como siempre, dará con el responsable y nos explicará por el porqué de sus acciones.

Como curiosidad, el título inicial de la obra era «La cuadra», Fayard lo publicaría finalmente como «El arriero de «La Providence».

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