Después del éxito de Total Khéops en 1995, Gallimard insistió a Jean-Claude Izzo para tener la segunda entrega de Fabio Montale antes de que acabase 1996. El autor no fallará y en mayo de 1996 saldrá Chourmo. La crítica reconoció no solo la gran calidad de la obra, sino que fue consciente de que Jean-Claude Izzo con su Fabio Montale marcaría un hito en la novela negra.
En Chourmo Fabio Montale, tras haber abandonado el cuerpo de policía, vuelve a recorrer los barrios del norte de Marsella para ayudar a su prima, Gélou. Su hijo, Guitou, ha desaparecido y ha de encontrarlo antes de que su padrastro regrese de un viaje. Si de por sí la relación entre ellos es conflictiva, solo faltaría añadir esta escapada y que no comenzara el curso escolar a tiempo para que todo saltara por los aires.
La Marsella a la que vuelve Montale desaparece poco a poco. Izzo lo ejemplifica en el bar donde tomaba el aperitivo desde siempre, el dueño le anuncia que cerrará después de cuarenta años. «Antes todos nos conocíamos. Un día, tú ayudabas a Marius a repintar su bar. Un día era él el que te daba una mano a azulejar la terraza. Íbamos a pescar juntos…» El dueño le ofrecerá a Montale el negocio por un franco, pero él «no me veía detrás de la barra. No me veía en ninguna parte. Esperaba a ver lo que viniera».
Siguiendo el rastro de Guitou presencia el asesinato de Serge, uno de los educadores con los que Montale había colaborado cuando patrullaba los distritos conflictivos del norte de Marsella. «Para la mayor parte de los marselleses los barrios del norte no son más que una realidad abstracta. Son lugares que existen, pero que no se conocen o no se conocerán jamás. Y que se verá siempre con los «ojos» de la tele. Como el Bronx. Con las fantasías que lo acompañan. Y los miedos».
Montale iniciará otra investigación en paralelo para averiguar quién y por qué ha asesinado a Serge. La historia de Serge y de Guitou se cruzarán y se relacionarán con elementos de terrorismo islámico y de fanáticos que encuentran un buen caldo de cultivo en esos jóvenes sin esperanza, ni futuro. Montale no estará solo, contará con el apoyo de Loubet, un antiguo colega de sus tiempos en la policía y encargado del caso del asesinato de Serge.
Por Chourmo desfilarán personajes vivos y muertos que conocimos en Total Khéops y que marcaron la vida de nuestro protagonista. Por ello, si bien no es imprescindible, sí es muy recomendable leer la trilogía en orden.
La voz del autor mantiene su primera persona melancólica, descreída, implicada en la denuncia de las desigualdades, extremismos… No en vano, la dedicatoria de la novela es a un rapero que murió a manos de militantes del «Frente Nacional». El protagonista absoluto es Marsella, de la que está enamorado, lo que no le impide reconocer cómo se va transformando en algo que no le gusta. Aún así, en su visión poética, es capaz de recuperar una ciudad que pervive desde su origen. Esa Marsella que moldea los caracteres y que transciende las mutaciones que el progreso y sucesivos cambios estéticos o políticos han impuesto.
Jean-Claude Izzo nos refleja la vida con sus complejidades. No sentencia, ni da soluciones mágicas o sus personajes son buenos o malos. En el mismo barrio, uno puede intentar labrarse un futuro digno y otro puede convertirse en un terrorista radical. «¿Cómo? ¿Por qué? La vida está llena de preguntas como esa, sin respuesta. Allí donde no había respuestas, estaba justamente, el lugar donde, a veces, se colaba una pequeña felicidad. Como una burla a las estadísticas».