El autor, Cornell George Hopley-Woolrich fue más conocido por su pseudónimo William Irish o por la adaptación que Alfred Hitchcock hizo de “La ventana indiscreta”.

En una de sus cartas Chandler afirmaría de Woolrich que “hace falta leerlo rápido, sin analizar demasiado, porque él es demasiado febril”. “Me casé con un hombre muerto” es un perfecto ejemplo. La novela abre con una romántica, idílica descripción de Caulfield, una pequeña localidad, donde la protagonista reside junto a su marido y su hijo, Hugh. “La gente que viene y nos ve, dice “¿Qué más podría haber aquí?” Este es un hogar, un hogar como debería ser”. Pura apariencia. Ella es infeliz. Se ha cometido un crimen y ella podría ser la culpable. Si no lo fuera, el culpable sería el hombre que ama. Por ello, los dos son conscientes de que cualquier día, en cualquier momento, uno de los dos, pese a amarse, se separará.

La historia vuelve a la vida de esa mujer, Helen, quien recibirá un sobre con cinco dólares como símbolo de la ruptura con su amor y un billete de tren (ida, no vuelta) de Nueva York a San Francisco. Durante el viaje, se le presentará una pareja con su bebé. El hombre dejará que Helen y Patrice charlen tranquilamente. Ellas intimarán, como desconocidas que no volverán a verse. Así Helen conocerá detalles de su marido y de su familia política, los Hazzard. Curiosamente, Patrice desconoce qué aspecto tienen y viceversa. Ella ha impuesto una férrea censura a su marido que ha logrado que no les pudiera hacer llegar una fotografía o una simple descripción en sus cartas.

Durante el viaje ocurrirá un desgraciado accidente y sobrevivirán Helen y el bebé. Ella suplantará la identidad de Patrice y será recibida y acogida por los Hazzard. Una acaudalada familia que le proporcionará todo como mujer de su hijo y madre de su nieto. Poco a poco, ella se hará a esta nueva vida donde tendrá “un techo sobre tu cabeza. Un tejado que alejará la lluvia y el frío y la soledad – No solo el anónimo tejado de un piso alquilado, no; el tejado de un hogar. Guardándote, protegiéndote, cuidándote, vigilándote” En unas pocas páginas, la tensión irá incrementándose: hay detalles, como la canción favorita de su marido, que ella desconoce, el lugar exacto de su boda “¿fue Londres o París?”, su cuñado puede que empiece a sospechar de ella… Y lo peor: recibe el primer anónimo que amenaza con dar al traste con su vida.

La historia está contada desde la perspectiva de Helen. Conocemos sus angustias, sus miedos, sus momentos de debilidad… Woolrich es capaz de relatarnos la misma escena cambiando el sentimiento que filtra toda la información y poniéndonos magistralmente en la piel de la protagonista. Es una novela que puede leerse como un thriller psicológico o una novela negra donde, bajo la aparente paz y normalidad, subyace una amenaza constante, donde todo es mentira y todo es verdad, pero nada sale gratis. Todo tiene un precio.

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