Esta segunda novela de David Goodis, que inicialmente fue publicada por entregas en el “The Saturday Evening Post”, es todo un clásico del género negro.

     El argumento de “Senda tenebrosa” lo tenemos magistralmente presentado en la primera página.  En unas líneas escasas seremos testigos de la tragedia de un hombre normal: “Parry era inocente. Encima era un tipo decente de los que nunca molestan a la gente y quieren llevar una vida tranquila” Sin embargo, será acusado injustamente del asesinato de su mujer y enviado a la prisión de San Quentin. No tardará en evadirse y vivir en una huida constante.  

“Lo pudo visualizar. El camión digamos que se hubiera alejado tres millas. Dales cinco minutos para buscar en los barriles, para preguntar al conductor y al mozo. Dales otros seis minutos para regresar aquí, porque ellos irían lentamente, estudiando la carretera y los arcenes. De acuerdo, esperaría un minuto más y dejaría que se alejaran otra milla y una tercera. Dejemos dos minutos, luego tendrás tres o cuatro minutos para alcanzar esas colinas, y rezar que no haya más motocicletas peinando la carretera”.

Narrado en tercera persona, Goodis nos revelará los pensamientos, ideas, temores y desconfianzas infundadas, o fundadas, del protagonista. En su fuga se cruzará con un hombre que lo recoge en la carretera, le hace demasiadas preguntas sobre su vestimenta ¿lo habrá reconocido?, una mujer le ayuda, aunque sabe que es un fugitivo ¿qué oculta?… No puede confiar en nadie, ha de apartarse de los que lo auxilian para no incriminarlos, se ha de ocultar de la policía, de la mirada de los transeúntes que lo pueden reconocer (su cara aparece en las portadas de los periódicos)

 La novela está ambientada en un San Francisco hostil, con personajes secundarios, solitarios, separados, infelices, deseosos de amor o dinero, o las dos cosas.  Y Vincent Parry no es un tipo duro, es “un tipo decente” con sus debilidades y miserias, porque tampoco era un santo, y que no tiene nada que perder. Lo peor que le puede pasar es volver a la misma prisión.

“Parry estaba fuera del local y caminando deprisa calle abajo. Cerca de la esquina comenzó a correr. Se imaginó a la anciana en el teléfono, se imaginó al sargento de policía al otro lado de la línea. El corrió rápido, y más rápido, tan rápido como pudo”

Ese es el ritmo que Goodis impone a la novela: un ritmo veloz, endiablado y tensión constante. Da igual que la acción transcurra en el interior de una habitación donde el protagonista se esconde, en un bosque, en una calle o en el interior de un vehículo, Goodis, con sus diálogos y descripciones interiores, nos sitúa perfectamente en la escena y nos hace vivirla.

 El personaje principal Vicent Parry estará siempre en un equilibrio precario, bajo una presión constante a ser traicionado y detenido y acusado de otro crimen más del que le acusa la policía.  Para rematar, encontrará quizás una mujer que lo ama y que lo impulsará a rehacer su vida o lo condenará, porque la única forma de que le absuelvan será encontrando al verdadero asesino de su esposa.

El título original “Dark passage” fue traducido en español como “Senda tenebrosa”. Todo sea por aprovechar el tirón de la adaptación cinematográfica de 1947 con Humprey Bogart, Lauren Bacall y participación del propio Goodis como guionista, aunque Hollywood no incluyera su nombre en los títulos de crédito. Esto daría para otra reseña, como también daría para otro artículo la demanda que interpuso Goodis a la ABC y United Artists por considerar que la serie “El fugitivo” se basaba en la historia de Vincent Parry. Dejo al lector que busque las similitudes.

Por último, señalo que hay una frase célebre de Ed Gorman que afirma que Goodis no escribía novelas, sino notas de sucidio. Mi opinión es que, después de leer este clásico, tendremos razones para discrepar y estar de acuerdo con él. Siempre antes, habremos debido transitar por esta “Senda tenebrosa”. No se arrepentirán

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