Un trotamundos, Frank Chambers, entra en una estación de servicio a comer gratis (supuestamente un amigo vendrá a buscarle en un cadillac) El dueño, Nick Papadakis se hace el tonto y le ofrece un puesto de trabajo en la gasolinera. Frank dice que se lo pensará y, poco después, cuando le presenta a su esposa Cora, acepta.  «Entonces la vi. Hasta ese momento debía haber estado en la cocina, pero en ese momento entró en el comedor para recoger la mesa. Salvo el cuerpo, no era una gran belleza, pero tenía una mirada enfurruñada y unos labios tan carnosos que me dieron ganas de fundirlos con los míos».

Surge la pasión entre los dos y, en pocas páginas, se plantea la necesidad de deshacerse de un marido al que no ama. Cora se casó por dejar su vida mísera en un tugurio y dejar de asistir a las fiestas que le invitaban .  Si se escapa con Frank volverá a su vida anterior, mientras que si se muere los dos podrán quedarse con el negocio y empezar una nueva vida. No deja de ser paradójico que el personaje que ha logrado su sueño americano sea Papadakis, griego y naturalizado estadounidense, y los dos, Cora y Frank estadounidenses, aspiren a esa vida mejor en un país que aún no ha salido de la crisis que comenzó en 1929 a costa de él. El crimen tiene mayor resonancia desde el momento que el personaje de Papadakis es descrito por Cora como «un buen tipo», «Nick no me ha hecho nada». En cambio, Frank tendrá un largo historial de antecedentes por peleas y detenciones en varios estados del país.  

La pareja intenta un primer «crimen perfecto», pero un gato inoportuno da al traste con el plan y Papadakis sobrevive. Sin embargo, el cartero siempre llama dos veces y esta vez lo harán simulando un accidente de tráfico…  

James M. Cain nos contará esta novela desde la perspectiva de Frank Chambers, el cual nos relatará con todo detalle lo que ocurrió. Constantemente se irán contraponiendo lo planeado y lo que el azar, un mínimo detalle o una intervención inesperada de un extraño conduce por derroteros no deseados. 

Esta novela corta tiene un ritmo endiablado, los diálogos muestran por qué James M. Cain participó como guionista en más de un clásico de cine negro. Los diálogos son tan afilados que es la primera novela en la que no aparecen las acotaciones de qué personaje habla, incluso cuando hay tres personajes en la misma escena. Los protagonistas se traicionan, se engañan, se aman y se odian y el lector sabe que no podrán acabar bien. Están condenados. Habrá una justicia poética, irónica hasta cruel…   

El cartero siempre llama dos veces está en la lista de las cien mejores novelas de misterio de todos los tiempos según la asociación «Mistery Writers of America». Entre las influencias de esta novela, varios autores han señalado la obra de Zola Thérèse Raquin, donde una pareja de amantes se deshacen del marido, pero nada volverá a ser igual. 

Como curiosidad, debido a las escenas de sexo y violencia (no se pierdan la reacción de Cora y Frank cuando han cometido el crimen y están preparando la puesta en escena para cuando lleguen los primeros testigos) estuvo prohibida su venta en Boston en 1934.  Otros críticos apuntan a El cartero siempre llama dos veces como el antecedente de El extranjero de Camus… Ahí es nada.

 

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